sábado, 17 de febrero de 2007

LA RELIGIÓN EGIPCIA

LA RELIGIÓN EGIPCIA

Según Herodoto, historiador griego, Egipto era un don del Nilo. Sin embargo antes del nacimiento del río, y antes de que los rayos del sol inundaran sus orillas, se había producido la creación.

Al principio, sólo existía el agua primigenia, el caos, las aguas primordiales, Nuu o Nun. Nun es “El Caos de los Comienzos", "Las Aguas de la Vida", "El Padre de los Dioses" o "El Océano Primordial”.

Las aguas caóticas ocupaban todo el universo, eran un lugar oscuro y no tenían superficie. En ellas se encontraba Atum el cual, en la II hora del Libro de las Puertas, dice:

"yo soy el hijo que emana de su padre, yo soy el padre que emana de su hijo".

El sol, Atum, una de las formas de Ra, el sol del atardecer, se autocreó y según unas fuentes, de su saliva, según otras, de su masturbación, ingirió su propia semilla de vida, y parió.

Tuvo a Shu, dios del aire, y Tefnut, diosa de la humedad. Esta pareja concibió a otros dos dioses, Geb, dios de la Tierra, la tierra y Nut, diosa del cielo y los cuerpos celestes.

Esta segunda pareja fueron los padres de 4 dioses más: Osiris, Isis, Seth i Neftis.

Y de la unión de Osiris y de Isis surgió Horus. De él derivan todas las dinastías reales.

Los textos referentes a la creación según el mito heliopolitano se encuentran fundamentalmente en "Los textos de las pirámides" y el papiro 10188B del Museo Británico, conocido como Papiro Bremner-Rhind. Estos nueve dioses formaban la gran Eneáda o Eneáda de Heliópolis.

El orden alterado del océano primordial había cumplido su propósito. Lo que estaba arriba se manifestó también abajo y esa armonía debía ser mantenida por los gobernantes de Egipto porque todo provenía de lo perfecto, y por tanto, el equilibrio no podía ser alterado.

El faraón, como máximo responsable de la unión mística con los dioses, no se limitó para conseguir sus fines con las pocas herramientas humanas, sino que esgrimió el poder de la palabra, el vocablo pronunciado por un ser creado a imagen y semejanza de dios, tenía asimismo el poder para ejercer la creación, capaz de dar vida a todos los seres representados por los signos jeroglíficos.

Los sacerdotes-magos, conocedores de la esencia de los hombres y de las cosas conocieron y utilizaron las fórmulas tanto para apaciguar a los dioses, como para conseguir sus predicciones. Se crearon los ritos, se perfeccionaron las liturgias, y el poder tanto del faraón de la casta sacerdotal que actuaba en su nombre, se erigió como directriz por una civilización que atribuyó su progreso a la magia.